
PEREGRINANDO HACIA SANTIAGO
Diario de una maga que no sabe que lo es
CUANDO EL CAMINO ES RENDIRSE
4/5/23
El día 10 del CAMINO.

La sangre no llegó al río.
Quiero decir que la noche fue tranquila y el joven mesero no importunó más.
Al despertar, sorprendentemente el chico estaba tras la barra para servir el desayuno como si nada hubiese pasado.
Julio habló con él recordándole que le había hecho pagar os veces, que le devolviera el dinero y, el joven, así lo hizo.
Cero resistencia, se le veía bastante avergonzado.
En cuanto a mí, el día se me presentaba jodido a causa del pie. Incluso había sentido molestias en la cama.
La mujer escocesa me ofreció Bálsamo de Tigre, un ungüento fuerte que parece ser calentaba la musculatura antes de ponerte en marcha, pero nada hacía efecto.
5km hasta el siguiente pueblo.
5km en los que el dolor era insufrible.
Julio me insinuó en tomar algún calmante, al que yo me venía resistiendo desde hacía varios días.
Y efectivamente, llegué a tal punto que me rendí.
Llegamos al pueblo, buscamos una farmacia.
Expliqué lo que me pasaba y, evidentemente, el remedio no era otro que dejar de caminar.
Eso me dijo la amable chica farmacéutica.
Viendo en mis ojos que eso no iba a suceder me vendió una venda compresora y me dio unas pastillas antiinflamatorias.
Nos fuimos a desayunar a una cafetería para poder tomarme la primera pastilla y mientras esperábamos que me hiciera efecto me hizo una imposición de manos.
En unos minutos nos dispusimos a caminar de nuevo y poco a poco fui sintiéndome mejor. Tan bien como la peregrina que empezó el camino.
Volvía a disfrutar de la mesa que Dios/Diosa había dispuesto delante de mí.
Fue entonces cuando mi guía me hizo un gran regalo, otro más, en forma de audio: la lección 4 de la Vía del Conocimiento.
Caminaba conectada, liviana y dándome cuenta de las muchas maneras en las que me contraigo y me da miedo a mostrar mi luz, miedo a brillar, miedo a sobresalir.
Si, sobresalir.
Porque no hacerlo, porque negarse a sobresalir es tener tu energía crística en una prisión.
Tengo por delante un trabajo hermoso que hacer:
Amarme como el gran rayo de luz que soy proyectado a este mundo desde el mismísimo sol, la fuente creadora de todo lo que ES.
Y brillar.
Ser auténtica.
Al sentirme aliviada del dolor he podido sentirme conectada a la naturaleza, sentirme una con los árboles, la hierba, los pájaros y el viento.
Podía sentirme inundada de amor por cada ser. Henchida de felicidad.
Ha sido una de las etapas más dulces que hemos hecho, después de que el antiinflamatorio me hiciera efecto, claro.
Llegamos a Melide cruzando un precioso puente romano. Nos alojamos en el albergue. Nos duchamos y nos fuimos a cenar los 4 juntos a una pulpería.
Pulpo, zamburiñas y albariño.
Risas garantizadas.
Un fin de etapa maravilloso.

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