
PEREGRINANDO HACIA SANTIAGO
Diario de una maga que no sabe que lo es
Te vas a arrepentir
24/4/23
El día 0 del viaje existe.
Comenzó cuando hacía la mochila.
Aunque quería llevar lo mínimo puesto que era el peso con el que iba a caminar cada día, tendía a llenarla de más.
¿Pero que dejar? ¿Cuántas cosas puedes necesitar para caminar?
Una parte mi sabía que podría viajar sin nada, que de eso trataba.
13 días con la misma ropa.
13 días sin lavarse.
¿Y qué? ¿Cuál era el problema?
No veía problema en ello.
Pero otra parte de mí, la que ganó la batalla, metió cosas en la mochila.
Sabía que eran muchas.
Así que pedí a Sunie que me ayudara a descargar algunas.
Cuando Sunie empezó a quitar cosas que consideraba inútiles comencé a ver mis apegos. Mis tontas justificaciones.
A regañadientes acepté quitar casi todo lo que me dijo, pero me vi metiendo a escondidas algunas cosas que había decidido sacar.
Y algo dentro me decía: te vas a arrepentir.
Camina ligera, sin cargas... si no lo haces ahora dejarás la mitad de tu carga en el camino, ya lo verás.
El blablacar de Baza a Granada ya estaba cerrado. Temprano.
Y el bus de Granada a Madrid, también.
Allí me encontraría con el grupo y juntos subiríamos hasta Astorga desde donde comenzaríamos a caminar.
Estaba lista.
Emocionada.
Expectante.
También me sentía culpable.
Culpable de dejar a mi familia durante tantos días. Una sensación de no merecimiento recorría mi mente.
25/4/23 Dia 1. Baza-Astorga
Conforme el coche de Emi, -sí, conocía a la chica del blablacar-, se aleja de Baza esa sensación angustiosa de culpabilidad por dejar a los míos se va disolviendo.
Las incógnitas, las expectativas veladas, el seré capaz, el me dolerá... van invadiendo mi cabeza mientras la culpa deja su hueco.
La pregunta de por qué haces esto está sin responder.
¿A dónde vas? ¿Qué buscas?
Me gustaría tener un propósito, un para qué, pero no lo tengo.
¿Será simplemente que he querido retar a mi cuerpo y a mi mente?
¿O quizás voy en busca de magia?
Soy adicta a la magia, pero me cuesta verla en lo cotidiano.
Tengo momentos en que mis ojos se abren, se quitan el velo y ven... pero son eso, momentos.
En ocasiones tengo la sensación de que más que buscar algo o tener una misión lo que quiero simplemente es escapar, salir corriendo. Huir de la tediosa rutina que me atrapa haciéndome sentir tan poca cosa, tan nada.
Ahora pienso que debería haberme documentado sobre el camino de Santiago, haber leído un poco, haberme puesto en contexto para poder entender lo que vea y que no sea un simple caminar.
Pero no lo he hecho.
Tarde.
Llego tarde.
En Granada, no encuentro el autobús previsto.
Dos pisos. Asiento 3 con vistas panorámicas y llegada a las 3.
Encuentro en su lugar un bus normal, donde no se respeta mi asiento y que llega a las 3,30h.
El debate en mi cabeza ya está servido.
¿Justo, no justo?
Pagas por algo que luego no te dan.
¿Reclamas o te callas?
¿Luchas o te relajas?
¿Te relajas o te acobardas?
En lo más profundo deseo que alguien reclame el asiento donde me he sentado eso me daría pie a manifestarme, a pelear por lo que es mío.
Pero no ocurre.
Así que me callo.
Sin embargo, Julio, el guía que nos convoca en este viaje, me espera a las 3 en Madrid para poder llegar a Astorga lo antes posible.
Las 3 es su tope y yo, si todo iba bien llegaré ala tres y media.
Me tendrán que esperar y algo dentro de mí me dice que no será la primera vez.
Me encuentro con el grupo en Madrid. Ni las tres, ni las tres y media. Más de las cuatro. No pasa nada.
Cuatro somos los que haremos el camino juntos, nos montamos en el viajo coche de Julio y seguimos el trayecto hasta Astorga.
Paso mucho calor dentro del coche. Es sofocante. Ventanas cerradas y sol, mucho sol.
Respiro lento y profundo y me dejo dormir para intentar no agobiarme.
La llegada a Astorga me emociona, pero me emociona mucho más llegar a nuestro primer albergue y que nos entreguen las credenciales de peregrinos.
No me esperaba esta emoción interna.
Estoy como una niña, feliz y llena de entusiasmo.
Nos alojan a los 4 juntos, en una habitación solo para nosotros.
Las hay enormes. Las habitaciones digo, con muchísimas literas.
Los horarios del albergue son estrictos, así que salimos a cenar antes de que cierren las puertas a las 10,30h.

Paseamos un poquito por la ciudad hasta llegar a una plaza grande. Hay símbolos del camino por todos lados.
¡Es maravilloso!
Recuerdo algo que leí alguna vez.
Hay 3 síntomas que señalan que han muerto tus sueños:
1. Nunca tienes tiempo.
2. Estas llena de certezas sobre cómo deben ser las cosas.
3. Nos volvemos maduros y tachamos de fantasías aquello que soñábamos cuando jóvenes.
Por un tiempo parece que todo está en calma, convives con estos tres síntomas sin percatarte de lo que está pasando, pero con el pasar de los años nos volvemos seres resentidos, crueles con los que amamos y al final crueles con nosotros mismos.
Quizás sea ese mi propósito, volver a recuperar mis sueños.
En la plaza vemos un bar donde sentarnos a cenar.
Julio nos pregunta por el propósito.
No sé qué decirle respecto a eso.
Los otros dos compañeros cuentan lo que creen que son sus propósitos.
Después Julio nos pide que durante estos días seamos conscientes de nuestro último pensamiento antes de dormir y del primero al despertar.
Y antes de levantarnos de la mesa pido permiso para recitar esta oración:
Que el apóstol Santiago te acompañe y te muestre lo único que necesitas descubrir.
Que no andes ni muy despacio ni muy deprisa sino siempre de acuerdo con las leyes y las necesidades del camino.
Que obedezcas a aquel que te guiará aun cuando te diera una orden homicida, blasfema o insensata.
Debes jurar obediencia total a tu guía.
El espíritu de los antiguos peregrinos han de acompañarte en la jornada.
El sombrero te protege del sol y de los malos pensamientos.
El manto te protege de la lluvia y de las malas palabras.
El callado te protege de los enemigos y de las malas obras.
La bendición de Dios, de Santiago y de la Virgen María te acompañen todas las noches y todos los días.
Amén
Volvemos al albergue.
Sigo muy emocionada y me cuesta dormirme.
Al intentar quedarme dormida lo que pienso/siento es gratitud:
- a mi familia por dejarme vivir esto,
- a mí por permitírmelo,
- a Julio por guiarnos,
- a la vida....
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