
Muchas veces me pregunto en qué momento histórico las mujeres nos perdimos en una identidad androcentrista que no nos pertenecía y desterramos de nuestra memoria lo que significaba SER MUJER.
No voy a esconder que cuando escribo SER MUJER me da cierto repelús.
Mira a ver si te pasa a ti también.
Sepárate un poco de este texto y piensa qué significa ser mujer en nuestra sociedad.
Por mucha diversidad o formas de ser mujer que imagines ¿no notas que siempre hay como una cárcel invisible, como una jaula o un techo de cristal?
En realidad, cualquier constructo de este tipo, que pretenda darnos una identidad, nos apresa en unas normas y unos límites establecidos, muchas veces implícitos, no nombrados, pero no por ello sólidos, y nos apresan en lo que culturalmente se espera de nosotras.
En tu entorno, ¿qué se espera de ti?
¿Qué esperas tú de ti misma?
Seguro que eres exigente, todas las mujeres lo somos.
- Ser una niña buena o rebelde
- Conseguir una carrera
- Formar una familia
- Ser madre sin morir en el intento. Ni perder la figura. Ni las ganas de sexo. Ni la sonrisa. Ni el trabajo.
- Hacer felices a tus hijos para que su infancia sea genial.
- Controlar sin controlar a tus hijos adolescentes para que vayan por el buen camino
- Hacer feliz a tu marido
- Mantener ordenado, limpio y armonioso el hogar, mejor si hay feng shui en casa.
- Aportar un sueldo a la familia
- Tener vida social
- Y ¡ojo! ¡cuidado, que no aparezcan las ojeras!
¡¡STOP!!
Y en la lucha por conseguir eso que esperas de ti misma aparecen emociones que nos transportan al submundo y la culpa se hace nuestra compañera más leal.
Exigencia y culpa, ¿no te parece una mochila muy pesada de llevar?
Y ahora te pregunto:
¿Dónde has quedado tú?
Cierra los ojos, sólo un instante. Toma al menos una respiración profunda y consciente y pregúntate ¿dónde me he quedado? ¿Cuándo me perdí? ¿Cuándo dejé de tenerme en cuenta? ¿Cuándo deje de respirar para mí?
Como dice Clarissa Pinkola no podemos seguir caminando como unas sonámbulas, envueltas en esta endeble y descuidada mentira porque ello nos hace sufrir sequedad, cansancio y añoranza.
Hay una manera de despertar de este sueño y es regresar a casa, regresar a tu alma.
Cuando regresas a tu hogar el mundo deja de rodar tan vertiginosamente como si la vida se tratara de una contra reloj en línea recta en pos de llegar a una meta a la que nunca se llega, como lo del tesoro al final del arcoíris. Cuando regresas a casa empiezas a girar a tu ritmo, al ritmo de tus ciclos, al ritmo de la luna…
Es como si hubiesen pasado decenas de miles de años cuando esos ciclos, la naturaleza y las estaciones vivían en nosotras.
Pero ¿sabes qué?, no hace tanto que estuviste en casa, no hace tanto que estabas en contacto con tu alma y con los ciclos de la naturaleza.
¿O acaso no recuerdas revolcarte en aquel parque alfombrado por las hojas amarillas del otoño que soltaban los árboles? ¿No recuerdas el frío de la nieve en tus manos mientras tirabas una bola tras otras con emoción? ¿O aquellos collares de semillas o flores insertadas unas con otras? ¿O la colección de hojas y flores que secabas estrujándolas entre las páginas de tu diario? ¿Acaso te has olvidado de tus pies descalzos sobre la arena saltando la espuma de las olas del mar? ¿Y aquellas colecciones de piedras extrañas, caracolas o palos?
¿Y las amigas de verdad, con las que podías ser tú misma? Eran como hermanas, más que hermanas. Podías enfadarte, gruñirles, mandarlas al carajo… como si se hubiese abierto un abismo de repente entre vosotras para al instante volver a reír como si nada hubiese pasado. Y es que nada había pasado.
No hace tanto que vivías en casa, no. No hace tanto que tu niña interior sonreía y se sentía libre.
En tantra y yoga lo sabemos bien y cada año nos reunimos las mujeres en un hermoso fin de semana precisamente para eso, para tomar aliento y reconectar con nosotras. Puedes pinchar aquí si estás interesada en conectar de nuevo contigo y tomar aliento, estamos recibiendo las primeras reservas para septiembre. O si estás lejos, aún te puedes sumar al trabajo online «Despierta tu poder habitando a la Diosa»
SER MUJER tiene que ver con eso, con los ciclos, con la naturaleza, con la manada de iguales.
SER MUJER tiene que ver con lo salvaje, con lo mamífero, con la loba, con la osa, con el águila, con la araña y hasta con la serpiente.
SER MUJER tiene que ver con sacar a flote a tu niña interior.
No va a ser fácil volver a conquistarte.
Muchas veces ni siquiera sabemos qué es eso de volver a casa, volver a sentirte, volver a ti misma.
Cuando comienzas a descubrir caminos, senderos, ríos o montañas que te llevan de regreso a casa, al hogar, a tu alma… entonces, tu presente, tal como lo conoces ahora desaparece y el recorrido se cobra muchas cosas y algunas personas. Quizás más de las que imaginas.
Pero como por arte de magia llegas a todo y a todos los que deseas con el corazón en paz, plena y feliz. Nutrida. Y es sólo desde ahí desde donde podemos SER y ESTAR de manera real como mujeres reales.
Que este Día Internacional de la Mujer sea tu momento cero.
Ese momento en que dices, hoy doy mi primer paso de regreso a casa.
Con amor,
Dara
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